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Historias del Cine: John Wayne y la despedida final a su caballo Zip Cochise.

  • revistalaprensa55
  • 17 ago
  • 2 Min. de lectura
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John Wayne fue antes que Director, actor y ranchero. Era una persona humilde y muy agradecido de todas las personas con las cuales hizo amistad, muchos antiguos amigos de su infancia o que aprendieron a amar al viejo roble que estaba en sus últimos días en un set de grabación.

Pero cuando un hombre tiene un gran corazón, su empatía va más allá. Cómo ranchero y cowboy tenía un corcel regalón que él lo incluyo en algunos films del Oeste y que respondía al nombre de Zip Cochise y que Wayne le tenía un gran amor, creándose un cariño que todos le reconocían

“Gracias, compañero. John Wayne está lloroso al despedirse y decir adiós a su caballo Zip Cochise 🐎

El mundo conocía a John Wayne como el Duque. Un vaquero, un soldado, un símbolo de agallas y fuerza. Pero en sus últimos días, lo que pocos sabían era que su más difícil adiós no era a Hollywood, ni siquiera a las multitudes que lo adoraban, era  su caballo  "Zip Cochise".

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Wayne conoció al caballo pintado en el set de El Dorado (1966). Los dos se volvieron inseparables. Zip lo llevó a través de escenas de polvo y disparos, a través de los marcos anchos que hicieron a Wayne más grande que la vida. Pero más allá de las cámaras, formaron algo más profundo: la confianza. Un vínculo forjado en silencio, ojo a ojo, pezuña a mano.

En 1979, como el cáncer lo debilitó, Wayne pasó sus últimos días en el hospital. Pero sólo unos días antes del final, pidió un último paseo, no en la película, sino para él. En contra de las órdenes del médico, dejó silenciosamente el hospital y regresó a su rancho.

Allí, esperando bajo la sombra del granero, estaba Zip Cochise. El caballo levantó la cabeza en el momento en que Wayne pisó la tierra. Lentamente, dolorosamente, el duque caminó hacia adelante, se quitó el sombrero y se apoyó contra su viejo amigo.

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"Gracias, compañero", susurró, con voz quebrada y plena de emoción.

Zip presionó su cabeza contra el pecho de Wayne y —los testigos juran— las lágrimas salieron en los ojos del caballo. Durante minutos se quedaron allí, hombre y caballo, ninguno de los dos estaba dispuesto a soltarlo. Cuando Wayne finalmente volvió hacia el coche, Zip lo siguió con los ojos, sin pestañear, como si supiera que esta era la última vez.

John Wayne se convirtió en leyenda días después. Pero en ese momento tranquilo en el rancho, él no era el Duque. Era solo un vaquero despidiéndose de su amigo más leal.

Y tal vez, ese fue el final occidental más verdadero de todos ellos.

Datos tomados de la cuenta de facebook de Carlos Raggi Figueroa  ·

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