Las teorías que tratan de ubicar el origen exacto de la asociación de estos tonos a lo navideño son muchas, y la mayoría se remontan a la Edad Media, por lo que tal vez, y al menos, todo comenzara entonces.
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ACyV
Que se acabe la navidad también quiere decir que dejan de primar unos colores por encima de otros en el paisaje urbano, dentro y fuera de casa, porque si algo identifica esta época del año son los tonos asociados a ella que ya desde noviembre comienzan a conformar lo que conocemos como el “espíritu navideño”. Aunque no tengas ni un atisbo de interés por esta celebración, todo a tu alrededor te va a recordar a ella: luces, árboles, "papás noeles", elementos decorativos de todo tipo, brillo, mucho brillo, plantas e incluso el olor que desprenden muchos rincones vivas donde vivas. Hasta esto último podría entenderse de manera visual, y bastan dos colores para reunirlo todo en nuestra mente, el rojo y el verde. ¿Por qué se viste la navidad con ellos? ¿Hay algún significado detrás de este monopolio bicolor?
A priori, podemos pensar que se trata de un asunto natural: los árboles son, por lo general, verdes, y algunas plantas en esta época se tornan rojizas (véase la flor de pascua). Pero ninguno de estos dos elementos formaban parte de la navidad hasta hace algo más de un siglo. En torno al verde y al rojo, de hecho, se han construido numerosas leyendas, como la de la vestimenta de Papá Noel. ¿Fue realmente verde antes? ¿Fue trata de un asunto de marketing? ¿Tiene algo que ver 'Coca-Cola' en este supuesto giro de guion?
Si bien es cierto que la empresa comenzó a utilizar la figura de Santa Claus en su publicidad llegados estos meses, aquello no determinó la característica imagen del señor de barba blanca que desciende del Polo Norte para repartir regalos. Papá Noel ya era rojo para entonces. Estos colores existieron en navidad mucho antes que los anuncios de 'Coca-Cola', por muy míticos que parezcan.
Un sinfín de teorías
Las teorías que tratan de ubicar el origen exacto de la asociación de estos tonos a lo navideño son muchas, pero pocas no tienen un respaldo de hechos históricos que constaten la posibilidad de ser así. De hecho, la mayoría se remontan a la Edad Media, por lo que tal vez, y al menos, todo comenzara entonces.
Vale que sabemos que fue la reina Victoria de Inglaterra la que introdujo la moda de hacerse con un árbol, a ser posible un abeto, y decorarlo hasta arriba de figuritas, y colocar regalos bajo él, y reunirse a su alrededor a admirarlo, a admirar el vástago consumo que comenzaba a ser en el siglo XIX la mejor forma de expresar cualquier cosa. Sin embargo, investigadores en historia como Spike Bucklow o Bruce David Forbes buscan mucho más atrás.
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En 2011, Bucklow aseguró en un artículo para la BBC: "Nosotros (la sociedad británica) reconocemos el acebo como una planta navideña por excelencia. Ese rojo y verde está en nuestra psique debido a los victorianos, pero estaba en su psique debido a la pintura medieval que todavía podemos ver en los biombos de los siglos XV y XVI".
Idea de alquimistas y astrólogos
Este catedrático de la Universidad de Cambridge ha pasado años investigando la historia de los coros altos de algunas iglesias inglesas, y parece que podrían tener que ver con los códigos de color de la navidad que actualmente conocemos. Aquellos espacios no estaban pintados y decorados de forma aleatoria, sino siguiendo la línea marcada por alquimistas y astrólogos previos al cristianismo.
Para empezar, ¿qué es un coro alto? Te estarás preguntando. Se trata de una estructura de madera situada entre el presbiterio y el resto de la nave. Con ellos se marca la transición entre lo mundano y lo sagrado.
"Pura decoración con diseños de colores como el rojo y verde o el azul y dorado que unidos, uno simboliza el elemento agua y el otro el elemento fuego"
Según detalla Bucklow, "eran pagados por los feligreses, así que son obras de arte público" y solían representar santos locales, o simplemente nada en concreto: "eran pura decoración, combinaciones de dibujos, diseños y colores, como el rojo y verde o azul y dorado". Unidos, uno simboliza el elemento agua y el otro el elemento fuego. Así que el azul es agua cuando está al lado del dorado, que es fuego. De la misma forma, el verde representa al agua cuando está junto al rojo del fuego.
Fue durante la época victoriana cuando comenzaron a restaurar aquellas maderas, y al encontrar la combinación de estos colores, "es posible que adaptaran para un límite diferente: cuando termina un año y comienza el siguiente", dice Austin Thompson en 'Mental Floss'.
En el lenguaje de la naturaleza
Otra de las teorías habla del acebo: esta planta con frutos rojos muy llamativos ya alegró a los medievales durante el frío y gris invierno. Forbes apunta que los europeos de entonces acudían a ella cuando buscaban "algo que hacer durante la desolación del invierno".
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Entonces, los rituales incluían "árboles de hoja perenne, como signos de vida, cuando todo lo demás parecía haber muerto, además de otras plantas que no solo permanecen verdes, sino que incluso dan frutos en pleno invierno, como el acebo o el muérdago", añade el historiador. Lo mismo ocurriría siglos más tarde con la "euphorbia pulcherrima" o la típica flor de navidad que regalas a alguien cada año.
Por último, también hay quien piensa en esta historia con mucho sentido del humor y sostiene que el rojo popularizado es debido a que es el color del hongo amanita muscaria, también conocido como "agárico pintado", "matamoscas" o "falsa oronja" entre otros apodos. Se trata de un hongo alucinógeno que tomaría Papá Noel para poder volar y estar en muchos sitios al mismo tiempo, porque eso solo puede ocurrir si eres dios o estás drogado.
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