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Otra vez donde Bartolo

  • revistalaprensa55
  • 27 jul
  • 2 Min. de lectura
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Por Rafael Santos

Nuevamente he ido a la Carnicería de Bartolo. En la calle Colon, próximo al ayuntamiento de Salcedo. El murmullo, los comentarios, las anécdotas recientes y no tanto, así como el vaivén de compradores de la carne de cerdo me llenan de un raro sabor en mi memoria.

Observo, detengo mi atención hasta los jóvenes (todos) que forman parte del staff de trabajo del susodicho propietario así como los asiduos compradores de cada semana.

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Mientras espero una paticas que espero cocinar en los días posteriores para invitados especiales (Lincoln, Tony Jerez, Fermín Tejada y Kelvin Herrera), las que cocinaré a base de condimentos de tierra y muchos vegetales.  Según me dicen, es parte de mi especialidad culinaria.

Pero dejemos esas cavilaciones para más luego y centremos nuestra atención a lo que hasta con cierto amor observo, y son dos cosas; la primera es de como veo estos jóvenes trabajando, y la segunda, es la gran cantidad de hombres que cada domingo nos apersonamos hasta donde Bartolo a buscar la carne de cerdo (costillitas, masas, cabeza, chuletas o en mi caso hoy, las paticas que cocinaré).

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Veo en estos jóvenes la esperanza, el amor al trabajo, los cuales aun importando que su cuerpo de vez en cuando se le llene de sangre al partir cada trozo del cerdo, hacen su trabajo, repetimos con amor, seguridad, disciplina y sobre todo con esa determinación para no sucumbir ante lo que a diario vemos en otro tipo de juventud que aspiran otra cosa muy distante a lo que estos jóvenes trabajadores hacen: trabajar. Aún hay esperanza.

La otra vertiente que observo, es que anteriormente eran las mujeres a quienes veíamos en las carnicerías; hoy son los hombres que vamos en su gran mayoría, una actitud no machista y colaborativa para con nuestras parejas.

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Definitivamente es loable resaltar el cambio de mentalidad que estamos adquiriendo como hombre. Muchos estamos dejando el rancio machismo y poco a poco adquirimos el justo nivel de conciencia de que nuestras esposas o parejas también merecen que de vez en cuando y como hombre responsable entendamos que vale la pena continuar auto educándonos para bien de nuestros demás familiares, pues ya no estamos en los tiempos del llamado  "Macho Alfa" sino, que estamos justo en el tiempo en el que muchas de nuestras mujeres desean que seamos.

Vale la pena de vez en cuando ir donde Bartolo para los que como yo, nos dedicamos a pensar un poco y llevar mensajes como estos a la sociedad.

Feliz domingo del Padre.

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