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Este es Barry, uno de los primeros perros de raza San Bernardo. Se llamaba así en honor del padre de esta raza, quien vivió a principios del siglo XIX en las montañas de Suiza y cuya historia es conocida en todo el país, hasta el punto que es un icono nacional o casi.
Barry nació en 1800 en un hospicio del Paso del Gran Bernardo, del que toma el nombre esta raza. Estos hospicios eran un lugar de reposo y de refugio para las personas que cruzaban de un valle a otro antes que el ferrocarril conectara el país.
Esta travesía era muy peligrosa, especialmente en invierno, cuando el tiempo podía cambiar rápidamente y sentenciar a muerte a los desafortunados que se hallaran lejos de un refugio.
Los perros de montaña se criaban para rastrear a los viajeros perdidos por su buen olfato y su tupido pelaje, con el que podían proteger a los desafortunados de la hipotermia hasta llevarlos a un lugar seguro.
Contrariamente a lo que se cree, no llevaban un barril de licor atado al collar: este añadido es una invención publicitaria. Tampoco eran todos similares a los San Bernardo actuales, pero eran perros grandes y de pelaje espeso.
Barry fue un rescatador especialmente hábil que a lo largo de sus más de diez años de servicio salvó a más de 40 personas de morir congeladas en las montañas. Los monjes del hospicio le dieron los apodos de “Barry el salvador” y “santo entre los santos”, y desde entonces en cada generación de perros llamaron Barry a uno de ellos en su honor (como el de la fotografía).
A los doce años se retiró en Berna a cargo de uno de ellos, quien decidió criar a su descendencia como perros de rescate: de ahí nació la raza que hoy conocemos como San Bernardo.
Foto: CC
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