Evita lo mediocre, no te vuelvas bestia
- revistalaprensa55
- hace 11 horas
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Excelente artículo del destacado intelectual Samuel Luna. Invitamos a su lectura.

He estado reflexionando en la sociedad que nos ha tocado vivir, un mundo polarizado debido a los temores que nacen por la falta de entendimiento cultural y étnico en la mayoría de una población atrapada por la desinformación; también las inseguridades enraizadas en una sociedad repleta de personas lidiosas debido a las heridas emocionales que muchos han sido expuestos, laceraciones que limitan las relaciones humanas y suprimen cualquier palabra relacionada a un sentimiento lígrimo y casto.
En mi propia experiencia, las mejores reflexiones surgen cuando observo el movimiento inconsciente de la multitud; he estado esperando por más de 4 horas en el aeropuerto JFK de New York. Esperar es productivo si lo aceptamos con la perspectiva correcta, me refiero: Aprender a observar, a meditar y tener la capacidad de auto evaluarnos, ver quiénes realmente somos.
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Estando en esa terminal del aereopuerto JFK, pude ver rostros que procedían de todos los continentes, ahí estaban los Judios, los Musulmanes, Rusos, Japoneses, ingleses, franceses, mexicanos, panameños, dominicanos, africanos y otros más que no pude identificar de qué país procedían. Este mosaico de personas me llevó a reflexionar la complejidad del ser humano. Lo más interesante de todo esto es que muchas veces adoptamos estereotipos y juzgamos a los demás por las experiencias que hemos tenido.
Algo pude observar, todo este grupo étnicamente heterogéneo, procedente de diferentes naciones geopolíticas, tenían varias necesidades en común: Una hambrienta necesidad de compartir, de reír, de comer, de ser aceptado, de amar y ser amado. Tambien noté que esos grupos diversos tenían su propio lenguaje para comunicarse mejor, para entenderse y para lograr un sentir de comunidad. Lo más impresionante que pude observar mientras esperaba, fue la intensidad e intencionalidad de manos y dedos moviéndose en los teclados, enviando textos electrónicos, tratando de construir amistad en las redes. Así es, es que en el fondo todos buscamos dos cosas, que nos amen y que nos respecten. Lamentablemente se nos olvida que nosotros mismos tenemos también un deber de amar y respetar a los demás.
Parece sencillo y simple, pero muchas cosas de las que hacemos son motivadas porque queremos ser amados por Dios, o por nuestros dioses imaginarios. Deseamos que los demás nos exalten y nos aplaudan. Va a sonar religioso, pero que importa, esto no me quita intelectualidad: ¡Dios nos amó primero! Es una verdad que genera identidad y que nos provee oxígeno para seguir caminando por encima de las espinas que muchas veces nos hacen frenar y retroceder. Partiendo de ese axioma, debemos vivir con ideas claras y radicales sobre la esencia de la vida. Existimos para amar y para respetar a la raza humana.
Cuando damos o cuando nos damos a nosotros mismos, nos encontramos en el mejor momento de nuestra existencia. Las culturas y etnias ahora se convierten para nosotros en un terreno con diversidad y en un campo de investigación con el fin de aprender más, más y más sobre las personas, y cómo podemos amar a esas personas diferentes a nosotros.
No podemos ser profundos dejando a un lado el amor, no podemos gobernar soslayando el centro, ese centro que es cada ser humano. Pero muchos ha sido tan heridos que no saben como amar y se incomodan cuando alguien abalanza hechos y palabras de amor, se sienten inhibidos y hasta peligrosos. Cualquier frase de motivación puede convertirse en una espada que destruye el corazón más ingenuo y sincero, es como que amar es raro. Es en este punto de confusión donde caemos en un proceso de observación e introspección, nos decidimos por lo casi mejor, lo que nos permite entender y respetar a esos que son diferentes a nosotros.
Muchos nos volvemos sensibles a las creecias religiosas, porque la religión define nuestro estilo de pensar, alimenta los códigos de conducta, la religión es la columna vertebral del comportamiento psico-social de una cultura, la religión existe desde que el hombre ha existido. Es que la relación simbiótica entre hombre y religión es más que real, no podemos ver la religión como una materia separada del hombre. ¡Nosotros mismos generamos la religión! Es aquí donde surge la complegidad y la diversidad en que solo se puede entender al ser humano usando el amor y el respeto como único fundamento universal.
Para lograr esto debemos estar en una búsqueda constante. Hacernos preguntas como: ¿Quién soy yo? ¿Quién es el otro? ¿Quién es Dios? Solo podemos lograr esto cuando evolucionamos, cuando morimos y nacemos.
Te invito a vivir una vida sin temor, porque para amar debemos perder el temor. Cuando se pierde el espanto y el pavor nos convertimos en mejores empresarios, en excelentes gobernantes, en profesores de cambios metamórficos. Cuando desaparece el pavor somos libres para ser mejores padres, mejores funcionarios. El que teme no puede transformar, no genera vida. El que vive en espanto libera prejuicios, etnocentrismo, distancia y vacío.
La vida es tan corta que no vale la pena gastarla en acciones que nos provocan ansiedad. Te invitamos a vivir una vida abundante, goza y abraza al dador de la vida. Transforma, siembra esperanza, observa lo bueno, cuida a los demás y a tu ciudad, no destruya la moral de nadie por aprehensiones y evita la tristeza porque es peligrosa. Recordemos la frase en la obra de Miguel de Cervantes, El Quijote: “Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.” Evita lo mediocre, no te vuelvas bestia.
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