top of page
WhatsApp Image 2023-06-12 at 6.50.21 AM.jpeg

ESPACIO CREACIÓN/CREATION SPACE: Entrevista con el escritor dominicano Roberto Marcallé Abreu

  • revistalaprensa55
  • 19 ene
  • 14 Min. de lectura

Álvaro Antonio Bernal

University of Pittsburgh at Johnstown


ree

“La caída de Trujillo abrió para los dominicanos un mundo de conocimientos que antes yacía en la oscuridad y el silencio, en los límites de lo inaccesible y lo prohibido”. Roberto Marcallé Abreu dentro del contexto de nuestro Caribe es un referente obligado en el género de la literatura policiaca o negra. Marcallé, exembajador de su país.

Es un prolífico autor de novelas y colecciones de cuentos que ilustran el malestar social y el diario vivir de los dominicanos dentro del mundo urbano. Este tipo de literatura en América Latina ha tenido claros éxitos en países como México, Cuba y Argentina, en los que el género ha sido tradicionalmente cultivado. Sin embargo, en otros países de la región existen autores que por diversas razones no han tenido la resonancia que deberían tener. Este puede ser el caso de Marcallé, icono en el género negro en su país y con méritos suficientes para ser reconocido allende las fronteras.

La problemática urbana en la obra del autor no es un aditivo meramente ficcional, sino un elemento que se obtiene de la realidad misma y bajo esa perspectiva, es importante notar que la capital dominicana, Santo Domingo, es en la actualidad la ciudad más poblada de la región Caribe y en consecuencia, vive realidades particulares que pueden ser ajenas a conglomerados urbanos menores. El autor dominicano es una luz que nos guía acerca de diferentes temas relacionados y nos ayuda a entender el presente de las letras de la isla, su quehacer literario y el acontecer de su país. En la siguiente entrevista, el autor brinda respuestas concretas a las inquietudes que le planteamos.

Álvaro Antonio Bernal. ¿Cómo ve usted el presente de la literatura dominicana?

Roberto Marcallé Abreu. Es de orden vislumbrar el presente y en mayor grado el futuro de las letras dominicanas como promisorio. No se trata de lo que podría calificarse exclusivamente como una actitud optimista o promocional que ignora o soslaya la realidad y los hechos. La mejor evidencia es que, a pesar de las limitaciones y adversidades que han afectado nuestra existencia como país y como pueblo, nuestros escritores no han dejado de trabajar y de publicar y me refiero no solo a los periodos menos conflictivos, de relativa normalidad, sino en todas las circunstancias concebibles, no importa cuán difíciles o complejas hayan sido las mismas. Nadie y mucho menos nosotros mismos, podemos ignorar las dificultades que supone el oficio de escribir y los obstáculos que, en sentido general, son muchos con los que tropezamos a cada momento como es de esperarse en un mundo tan complejo como el que nos ha correspondido vivir.

Hablamos de nuestra realidad intrínseca, la situación específica en que vivimos como país en vías de desarrollo y la relevancia que se puede conceder a determinadas actividades. La mejor evidencia es que, pese a las numerosas dificultades, la bibliografía nuestra ha seguido creciendo y desarrollándose, con sus altibajos por supuesto y siempre en la búsqueda de un mayor sentido de calidad y universalidad. Y me refiero a la creación literaria de los dominicanos tanto dentro como fuera de la República Dominicana.

AAB. No es fácil la consecución de las obras de autores dominicanos en la misma América Latina. ¿Por qué parece insuficiente la promoción de la literatura dominicana?

RMA. Puede que este hecho tenga sus raíces en nuestra condición de isla. Otra causa podría ser que, en muy extensos periodos de nuestra historia nacional, hemos padecido de autoridades que se empeñaron, muy exitosamente, en mantener aislado el país, limitando las relaciones con un mundo exterior en el que se adversaba de manera muy severa y agresiva, tanto a esos gobiernos como a sus figuras más representativas. En la actualidad, los vínculos de República Dominicana son intensos, casi extraordinarios, y los intercambios comerciales y de toda naturaleza han crecido de manera significativa.

No obstante, muchas actividades, entre ellas las vinculadas con la cultura, no se han desarrollado al mismo nivel que otras. Hay muchos motivos, pero resulta muy real el hecho de que los intercambios culturales se encuentren muy rezagados a muchos niveles y con muchos países. Es cierto que en la medida en que nos hemos abierto a otras culturas, esa situación ha ido cambiando, ha ido mejorando. Despacio, pero la realidad es que los nacionales que viven en el exterior, el incremento del turismo y los vínculos comerciales están transformando esa situación.

Las manifestaciones culturales cada día ocupan un espacio mayor, y sus expectativas son positivamente crecientes. Esa tendencia seguirá desarrollándose y cambiará drásticamente las limitaciones o ese evidente y real aislamiento al que usted se refiere. No obstante, son muchas las deficiencias, tanto históricas como en la actualidad, de los organismos cuya responsabilidad es, entre otras, la de proyectar nuestras letras en la geografía universal. Pero eso también está cambiando y es de esperarse que en un tiempo prudente las letras dominicanas se proyecten de manera amplia en todas partes.

AAB. ¿Cómo percibe usted el desarrollo o la popularidad del género negro en su país?

RMA. Considero que gracias a las complejas realidades que hemos vivido como país, el interés por el género negro ha ido desarrollándose de manera significativa y creciente. Se puede percibir el significativo interés del público lector en esa clase de literatura que muchos dominicanos identifican con diversos estadios de vida de nuestra historia nacional pese a que se pueden señalar otros aspectos y situaciones que se originan en diversos ámbitos de nuestra existencia, además del aspecto político. Como dominicanos, hemos vivido muchas realidades difíciles, amargas, conflictivas, oscuras, un excelente caldo de cultivo para el desarrollo de dramas de esa naturaleza.

Las mismas manifestaciones del subdesarrollo generan de manera espontánea o natural una literatura que se asienta en lo desconocido, en el desasosiego, en la incapacidad para comprender o sufrir ciertas manifestaciones de la vida en sociedad que resultan definitivamente incongruentes, muy amargas, muy complejas. La indefensión del ciudadano, sociedades estructuralmente anómalas, ocurrencia de eventos terribles, la agonía del subdesarrollo y la condición humana, revoluciones, guerras civiles, invasiones, cataclismos naturales en verdad espantosos, prácticas marginales, hábitos, hechos o conductas incomprensibles.

Nuestro país ha confrontado muchas situaciones amargas y complejas a lo largo de toda su existencia. Incluso, a nivel filosófico se desarrolló una corriente sobre el pesimismo dominicano. Esa percepción trágica y oscura, esa presencia de la desgracia, la violencia, la confrontación, da forma y espíritu a personajes, situaciones y desenlaces que usted puede descubrir en muchos de mis cuentos y novelas. Y que, eventualmente, repercutirán en los esfuerzos por desarrollar una literatura de esa naturaleza.

Debo adelantarle que ya se ha creado una estructura encaminada a organizar y promover una literatura negra de manera sistemática. La dirige el escritor Aquiles Julián. El hecho mismo de que se nos haya incluido en el mapa sobre la presencia de la “literatura negra” en América Latina, es un logro que celebramos calurosamente.

AAB. ¿Cómo se entiende el género negro a partir de las particularidades historiográficas de cada nación latinoamericana?

RMA. Una pregunta muy interesante y que supone una amplia diversidad de datos y una mayor reflexión. Creo imprescindible tomar en consideración el desarrollo diverso de nuestras sociedades nacionales, nuestra historia y la suma de las influencias externas de que somos y hemos sido objeto, así como las peculiaridades de nuestro ser nacional en cada caso. Sí, creo en esas peculiaridades en un contexto muy rico en cuanto a diversidad.

He viajado a muchos países latinoamericanos y bien puedo decirle que en cada caso he podido sentir y disfrutar de esta singularidad aún en un contexto de amplia y muy rica diversidad.

AAB. Como un autor insignia en este género y con múltiples publicaciones, ¿cuáles consideraría usted las principales características de su obra?

RMA. El hilo anecdótico de todas y cada una de mis obras se refiere a situaciones reales o elaboradas pero que pueden ser parte de nuestra realidad cotidiana, aunque en muchos casos se desdibujen para el lector y se nos figuren como producto de la imaginación.

Personajes, situaciones y desenlaces poseen un elevado contenido de realidades concretas que se producen en nuestro medio. Al margen de los hechos y su aspecto dramático, estimo que los personajes y su devenir y los ambientes en que estos se desenvuelven en todos mis libros poseen un contenido de realidad que bien se puede calificar como aterrador. En esencia, puedo resumir mi respuesta a su pregunta manifestando que, aunque la imaginación y la creatividad son parte esencial del trabajo literario, hay un contenido de realidad realmente abrumador e impactante en todos mis libros, razón por la cual cada uno que ha visto la luz es buscado afanosamente por los amantes de las letras y casi siempre obtienen los principales galardones en los concursos literarios de los que han sido parte. Además, el público parece apreciarlos y tanto la crítica como los niveles de venta son siempre encomiables.

AAB. Usted habla de cierta “filosofía” local en la que se desarrolló una especie de pesimismo dominicano. Esto me parece inquietante, porque esa endencia uno la observa en otros países latinoamericanos también. Es algo así como que “las cosas casi siempre van a salir mal, nada funciona o que no tenemos salvación”, todo lo anterior me suena familiar como ciudadano colombiano. En cuanto a ese aspecto en particular, que sin duda se puede ver reflejado en nuestras literaturas, ¿cómo lo asume usted como autor? Y ¿qué se tendría que hacer para transformar esta condición que muchas veces parece una condena?

RMA. Podría decirse que cuanto se califica como filosofía local es el reflujo o la enseñanza derivada de tantos fracasos en la búsqueda de una sociedad que funcione de forma coherente y organizada. Tenemos instituciones estructuradas en todos los ámbitos públicos y privados, pero en muchos sentidos carecemos de lo que puede calificarse como institucionalidad real, verdadera, actuante, dinámica. Vivimos en un contexto de graves deficiencias que nos distancian de lo que denominados una sociedad representativa y civilizada. Instituciones débiles, gobiernos en extremo poderosos y con frecuencia integrados por núcleos de poder que proceden más allá de ciertas limitantes, ausencia de instituciones sólidas, que hagan valer su ascendiente social cuando este exista realmente, economías y entidades u organizaciones empresariales, grupos de poder autolimitados debido a temores derivados del poder de otras instancias y las consecuencias que se pueden sufrir por específicas disidencias o la diversidad de puntos de vista. El tema es extenso, complejo y complicado. La esencia de todo este esquema es que necesitamos desarrollar una sociedad en la que el bien común y los propósitos nacionales sean prioritarios y logren deshacer el contubernio, la falsa institucionalidad, los espejismos y la ficción para sustituirlos por esquemas de desarrollo institucional real, verdadero, vivo, y no la ficción y la demagogia con las que se procede con tanta asiduidad.

AAB. Por otro lado, ¿podría hablarnos de las influencias literarias con las que cuenta y que otros narradores del género en las letras españolas admira?

RMA. Soy consecuencia de muchas lecturas: desde los clásicos latinoamericanos, los estadounidenses hasta los europeos. Puedo mencionar a Zola, a Cervantes, a Tomás Mann, a André Gide, a Marcel Proust, a Curzio Malaparte, a Tolstoi, a Dostoyevski, a Umberto Eco, a Sartre. Soy un lector asiduo de Harold Bloom, de Edgar Allan Poe, de Lovecraft, Hemingway. Es una lista interminable. Gran parte de mi vida ha estado entregada de cuerpo y alma a la lectura. He aprendido mucho de dominicanos como Alberto Malagón, Marcio Veloz Maggiolo, Carlos Esteban Deive, Rubén Echavarría, Miguel Alfonseca, Efraín Castillo, René del Risco, Freddy Gatón Arce, Franklin Mieses Burgos… repito, es una lista interminable.

AAB. Una inquietud que se les suele hacer a los escritores es acerca de aquel momento en que decidió escribir. Es decir, cuando se tomó la decisión de volverse escritor. ¿Recuerda ese día o las circunstancias de aquel instante?

RMA. Mi niñez y mi adolescencia fueron un tanto complicadas, amigo Álvaro. Ambas coincidieron con la muerte del dictador Rafael Trujillo tras una dictadura de treinta años. El hecho provocó una ruptura de la forma de vida de millones de seres humanos. Es decir, se produjeron muchos trastornos en la existencia de personas sometidas a una paz relativa, a un desconocimiento profundo de los asuntos públicos, incluso de su misma realidad existencial, en otras palabras, a una existencia en apariencia muy apacible, con muchos controles y limitantes. La muerte de Trujillo dislocó este estado de cosas y quienes éramos niños o adolescentes fuimos testigos en primera fila de acontecimientos en verdad impactantes, extraordinarios en todos los órdenes.

Debido a las convulsiones callejeras y la ruptura violenta de un casi inamovible estado de cosas, se alteró gravemente nuestra rutina existencial. Se limitó el contacto con nuestro ambiente histórico tradicional, lo que a su vez incentivó nuestra curiosidad por saber, descubrir e indagar. Libros cuya circulación estaba prohibida empezaron a figurar en los estantes de las librerías. La prensa radial, televisada y escrita conmocionó a todos al abrir sus páginas a eventos nacionales e internacionales de toda naturaleza que antes no se ventilaban en público.

Se trató de una apertura que no dejó indiferente a nadie. Mi padre era un comerciante y poseía cientos de libros de los autores universales, adquiridos por diversas vías desde hacía tiempo. Yo estudiaba en el colegio de sacerdotes salesianos Don Bosco y a partir de entonces se nos permitió acceder a cientos de libros que anteriormente se conservaban en secreto. Tuvimos acceso a Víctor Hugo, a Alejandro Dumas padre e hijo, a Dante, a Julio Verne, a autores franceses, españoles, a los maravillosos autores rusos y estadounidenses, a rebeldes como su conciudadano José María Vargas Vila, un rebelde consumado e indeclinable, tratadistas como José Ingenieros y a muchos autores latinoamericanos y de todas partes.

La caída de Trujillo abrió para los dominicanos un mundo de conocimientos que antes yacía en la oscuridad y el silencio, en los límites de lo inaccesible y lo prohibido. Sume a estas nuevas realidades la condición de testigos sedientos de acceder a situaciones desconocidas que despertaban nuestra curiosidad e interés. Yo, particularmente, empecé a escribir sobre este nuevo mundo, llevaba un diario que, posteriormente, se transformó en relatos de las nuevas circunstancias. Este hecho, unido a la apertura de nuevas realidades, y de seguro que, de una curiosidad ilimitada, así como del acceso a nuevos medios de información fueron el ámbito que estimuló una temprana vocación literaria que se ha desarrollado en todos los años posteriores hasta el presente.

AAB. Sería interesante saber según su conocimiento y experiencia, cómo se construye una mala narración, una mala novela o cuento. En otras palabras, ¿cómo identifica usted una narración que no cumple con lo que debería?

RMA. Es un asunto de desconocimiento, carencia de cultura, y de sentido común. Estos aspectos están vinculados con la falta de imaginación, de creatividad, y ausencia de una motivación que se extiende a lo que podríamos calificar como el interés colectivo o la posibilidad de atrapar el interés del lector y su identificación con personajes y situaciones. Una mala narración es un texto deficientemente escrito, que ignora o descree de la realidad y la cotidianidad en un contexto que podríamos denominar la condición humana.

Importa la caracterización de los personajes, el conocimiento a fondo del ámbito en el que estos se exponen, importa la sobriedad de los eventos, las reacciones, expresividad y realidad de dichos personajes, los diálogos, importa el discurrir de los acontecimientos, su lógica, la percepción de la realidad y cómo el autor maneja estas y otras tantas variables y sus íntimas  elaciones en diversos escenarios o planos.

AAB. Usted como intelectual conocedor de la realidad dominicana, ¿cree que en el país se lee como se debiera? ¿No pasa como en muchos lugares, que la lectura es un ejercicio elitista, solo para ciertas capas sociales privilegiadas?

RMA. Creo que debería leerse más. Nuestras librerías han ido desapareciendo y ese hecho nos hace pensar en que otros medios alternativos se están desarrollando de forma creciente. Es un tema en el que deberíamos reflexionar con detenimiento. Particularmente yo creo que la lectura supone una realidad y una compenetración entre el autor, el texto y el lector significativamente trascendente y, es mi punto de vista, muy superior a otras maneras de acceder al ámbito del conocimiento.

AAB. Hablando de su experiencia en Nicaragua como embajador (2021- 2023), creo que valdría la pena que describiera cómo vivió esa labor y además nos diera su visión del presente y el futuro del país.

RMA. Fue una experiencia definitivamente maravillosa. El pueblo nicaragüense es fascinante, muy sensible, muy original. Yo deseo para ese país maravilloso y sus habitantes todas las bienaventuranzas. Trabajar con los nicaragüenses elevó significativamente mi percepción y calificación sobre el ser humano y creo que todos debemos esforzarnos por lograr el mejor de los destinos posibles para quienes vivimos y sobrevivimos en el planeta Tierra. Es un pueblo muy culto, muy entregado a los asuntos propios de las artes, y el número de eventos de esa naturaleza tanto públicos como privados es sencillamente extraordinario.

Considero mi estancia en la República de Nicaragua por cerca de tres años como Embajador de la República Dominicana como muy enriquecedora. No acepté ser designado en ese país con otro propósito que no fuera el de estrechar los lazos fraternos entre dos pueblos amigos y hermanos. En mi condición de Embajador, debía ceñirme a propósitos muy específicos, como el de fomentar las relaciones culturales, comerciales y de amistad entre nuestros pueblos. Eso hice durante mi permanencia en la tierra de Rubén Darío.

En su medida, procuré estrechar el intercambio cultural y comercial, el de difundir la cultura y las costumbres de los dominicanos y conocer a fondo las de los hermanos nicaragüenses. En ese orden, puedo decir que, en su medida, logré todos mis propósitos y las relaciones de amistad y solidaridad entre ambos pueblos se estrecharon significativamente.

El nicaragüense es un pueblo admirable, muy sensible, desbordado de amor por los seres humanos, muy apegados a sus costumbres y tradiciones. Mi familia, mi gobierno y nosotros mismos fuimos tratados de una manera muy fraternal por parte de estratos diversos de su población. Cuando concluí mi estadía, me sentí profundamente triste, porque, en honor a la verdad, debo decir que el nicaragüense es amable, fraterno, humilde, ama de manera entrañable su país, y extiendo ese amor por las personas que lo respetan y que a su vez sienten ese sentimiento de manera recíproca por los nicaragüenses. Bien puedo decir que me sentí de manera muy placentera entre los nicas y aprendí a amar un país y a un pueblo extraordinariamente hermosos, al extremo de compenetrarme hasta las lágrimas y la tristeza con sus pobladores, sus mujeres, sus niños, sus ciudadanos y su suerte en la percepción amplia de ese término. Creo haber dejado una gran familia en Nicaragua, y debo decirle que mi amor y preocupación por su bienestar no ha cedido ni un ápice en el año y medio transcurrido desde que dejé esa tierra bendecida por Dios, colmada de personas tan gentiles y tan amorosas como solo los nicaragüenses saben serlo. Su alegría es mi alegría y su dolor es también el mío. Es así como me siento.

AAB. Finalmente, la pregunta típica en algunos casos, pero que puede llegar a ser necesaria. ¿Cómo quiere que se le recuerde?

RMA. Como un ser humano admirado y sorprendido siempre por la condición humana, por el universo y la existencia en general, por su profundidad y sus misterios indescifrables…

Premios obtenidos

2017 Premio Único de Cuento, XVI Concurso literario de Cuento y Poesía de la

Sociedad Cultural Alianza Cibaeña

2015 Premio Nacional de Literatura, Ministerio de Cultura y Fundación Corripio.

2012 Premio Nacional de Novela, Ministerio de Cultura.

2006 Premio anual de novela, Educarte.

2006 Premio de ensayo, Fundación Juan Bosch.

2005 Premio anual de cuento, Sociedad Renovación, Puerto Plata.

2005 Premio de ensayo, Fundación José Francisco Peña Gómez.

1999 Premio Nacional de novela, Secretaría de Educación.

1978 Premio Nacional de novela, Secretaría de Educación.

1974–1976: Mención en cuento, Agrupación cultural La Máscara.

1973 Menciones en novela y poesía, Movimiento Cultural Universitario.

1972 Primer premio en cuento, Movimiento Cultural Universitario.

Obras

2020 Las calles enemigas

2017 Las puertas cerradas

2017 Esquivos rostros de mujer

2015 Bruma de gente inhóspita

2013 En la oscuridad de la habitación, historias

2012 Confidencias en torno al oscuro destino de la única mujer fatal

2012 La manipulación de los espejos

2010 En honor a mi muy querida Stella

2009 No verán mis ojos esta horrible ciudad

2007 Contrariedades y tribulaciones en la mezquina existencia del señor Manfredo

Pemberton

2007 Gente de estos tiempos

2002 Sobre aves negras, cortes de media luna y lágrimas de sangre

1999 Las siempre insólitas cartas del destino

1998 Esas oscuras presencias de todos los días

1987 Alternativas para una existencia gris: relatos de New York

1986 La comunidad dominicana en el exterior: El desarrollo de la década

1980 Espera de penumbras en el viejo bar

1982 Ya no están estos tiempos para trágicos finales de historias de amor

1978 Cinco bailadores sobre la tumba caliente del licenciado

1978 Sábado de sol después de las lluvias

1973 El minúsculo infierno del Señor Lukas

1972 Las dos muertes de José Inirio, entre otras

Biografía de Roberto Marcallé Abreu en:

Agradecimientos

Esta entrevista se realizó tanto de manera virtual como presencial en la ciudad de Santo

Domingo, República Dominicana, en el mes de julio de 2024, gracias al apoyo de CLAS,

Center for Latin American Studies, de la Universidad de Pittsburgh.

Miembros del Consejo Editorial de MARLAS evaluaron esta entrevista y recomendaron

su publicación.

Middle Atlantic Review of Latin American Studies

Álvaro Antonio Bernal es profesor asociado de lengua y literatura de la University of

Pittsburgh at Johnstown. Posee una maestría en literatura inglesa de la Governors State

University y otra en literatura latinoamericana de la University of Northern Iowa. Su

doctorado es de la University of Iowa. Ha publicado diversos artículos de crítica literaria

y estudios culturales en revistas arbitradas en Colombia, México y Estados Unidos. Una

de sus principales líneas de trabajo está relacionada con el tema de representaciones

literarias de ciudades como Bogotá y Buenos Aires. En ese campo ha publicado dos libros

teóricos, Percepciones e imágenes de Bogotá, expresiones literarias urbanas (2010,

reeditado en 2018) y Bogotá: realidades, delirios y ficciones (2016).

コメント


bottom of page