Por Dionisio Blanco
Decía Herbert Read que “el arte es siempre el índice de la vitalidad social, la aguja que con sus movimientos va señalando el destino de la sociedad”; y por esas razones del arte la Alcaldía de Santo Domingo Este, dirigida por Manuel Jiménez Ortega, que es un artista de cuerpo entero que participó en “Siete Días con el Pueblo” con la Nueva Trova, un alcalde de lujo que como diputado de la República presentó la Ley de Mecenazgo (la más importante ley en favor de artistas dominicanos); ha tomado la noble iniciativa de remozar la Plaza Duarte, hacer restaurar el busto heroico más importante que existe en nuestro país, realizado por el magnífico escultor norteamericano Robert Russin y entregar al público el anfiteatro de “La Dramática” con bustos realizados por el escultor dominicano Javier Benítez que representan cada uno de los participantes del movimiento clandestino La Trinitaria.
Sabemos que antes de colocar este excelente y solemne busto heroico de Juan Pablo Duarte, el principal símbolo de nuestra Independencia Nacional de 1844, existía en ese lugar la escultura del Cristo de la Libertad, la cual, por orden del Dr. Joaquín Balaguer y seguro por sugerencia del arquitecto paisajista Manuel Valverde Podestá, fue trasladado a la loma Isabel de Torres en Puerto Plata, que por la topografía del paisaje hace un símil en pequeño del Cristo del Corcovado de Río de Janeiro, en Brasil.
Sé que Juan Pablo Duarte fue un hombre preclaro, bien informado culturalmente, que conoció el descubrimiento de Gutenberg, quien aquietó la letra atrapando la palabra para dar permanencia a los sueños y la historia del arte, que es lo mismo que la creación. Duarte fue un verdadero romántico que lo entregó todo a cambio de nada, como hacen los grandes hombres que han transformado la humanidad para alcanzar la verdadera iluminación.
Y el alcalde Manuel Jiménez, que tiene una clara visión de nuestras tradiciones culturales, le está haciendo un homenaje constante a Duarte como el símbolo eterno más grande de nuestra historia, para grabar y reiterar en el inconsciente colectivo las ideas del Padre de la Patria
Conocí al artista Robert Russin, autor del busto heroico de Duarte, acompañado del embajador de los Estados Unidos en el país, Robert A. Hurwitch, de Antonio Prats Ventós y del arquitecto José Miniño cuando trabajé para el Museo de Historia y Geografía, ubicado del lado este de la Galería de Arte Moderno en la Plaza de la Cultura, diseñada y construida en 1976 por el arquitecto José Miniño y cuyo primer director fue Antonio Fernández Spencer. Para la inauguración se colocó en la fuente ubicada en el jardín un bello conjunto escultórico de tres figuras danzando sinuosamente sobre un pedestal como símbolo de la alegría de vivir de la autoría de Robert Russin y en la entrada del vestíbulo un excelente busto en bronce con la efigie del Dr. Joaquín Balaguer recibiendo a los visitantes.
Coincidencialmente, Robert Russin, nació en Nueva York el 26 de enero de 1914, el mismo día en que vino al mundo el Patricio en 1813. Y creo que esto lo motivó con gran pasión para poner toda su energía vital en esta escultura cuyo estilo tiene influencia en su ejecución del Vorticismo, que tomaba como fuente de inspiración la maquinaria creando estructuras geométricas para expresar velocidad, actividad y energía combinando la fragmentación geométrica del Cubismo. Y es palpable en este busto heroico que el autor partió en el primer momento de la foto original tomada al Padre de la Patria por Próspero Rey en Caracas en 1873. La obra está realizada en mármol travertino cortado en diversos ángulos superpuestos que son casi semejantes al retrato cubista que hizo Pablo Picasso de Ambroise Vollard en 1910, y que se conserva en el Museo Pushkin de Moscú. Este busto refleja el símbolo de la pureza, de la transparencia, de lo impoluto, de un alma hermosa que lo entregó todo a la Patria.
Fui testigo el 16 de julio de 2021, al cumplirse el 183 aniversario de la fundación de La Trinitaria, durante la reinauguración de la Plaza Duarte por el alcalde Manuel Jiménez con el objetivo de rendir tributo a los fundadores de nuestra Independencia Nacional. Parte de sus expresiones entonces fueron estas: “Esta Plaza estuvo abandonada por más de tres décadas, y mi objetivo es ponerla al servicio del pueblo”, agregando que “una ciudad es un espacio para los mejores encuentros, descubrir lazos que son parte de la diversidad patrimonial, rescatar y revalorizar estos espacios públicos para ponerlos al servicio de la comunidad”.
Un buen ejemplo es el rescate del Anfiteatro La Dramática, decorado por el escultor Javier Benítez, quien ejecutó magistralmente el perímetro con las efigies, esto es bustos que representan las imágenes de los fundadores de La Trinitaria, colocando así otros rostros escultóricos sobre las antiguas rocas calcáreas que lo rodean, para mantener viva, con los nombres escritos debajo de cada busto la imagen de los héroes que regalaron al pueblo dominicano su Independencia y cuyo juramento fue el siguiente: “En el nombre de la santísima, augustísima e indivisible trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la Separación definitiva del Gobierno haitiano, y a implantar una República libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto, seremos reconocidos los trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo: si lo hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo”.
Además, pude ver la puesta en escena de una obra de teatro ejecutada por jóvenes estudiantes en el mismo Anfiteatro, inspirada en Duarte y la fundación de La Trinitaria, donde se les rinde tributo a nuestros héroes.
Termino con las palabras del alcalde Manuel Jiménez diciendo: “Aquí se le rinde tributo eterno a los Padres que nos concibieron, a los que nos enorgullece rendir homenaje en diversas ocasiones; no solo son antepasados físicos, sino los ascendientes espirituales a los que debemos las ideas y valores entrelazados en el tejido de nuestra vida intelectual y cuyo ejemplo vive y vivirá en la memoria del pueblo dominicano”.
En fin, para mí el arte del retrato escultórico como una representación fiel de la realidad e inspirada en el individualismo ha sido expresado magistralmente en este busto hecho a Juan Pablo Duarte, donde se puede leer su imagen como un sol cargado de energía vital, que es lo mismo que la fuerza que impulsa una acción, que con la inmensidad de luz en su vientre ilumina el inconsciente colectivo de cada dominicano que ama la Patria con fervor y gallardía en la única unidad de medida que existe: el tiempo.
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