Cientos de personas reclamaban cuerpos parientes en Inacif

Soila Paniagua

Como un dolor indescriptible definía una joven la situación que vivía anoche mientras esperaba en el Instituto Nacional de Ciencias Forense (Inacif) alguna noticia de su pariente desaparecido en el derrumbe del techo del centro nocturno Jet Set la madrugada del martes. En el lugar reinaba la confusión y la desesperación.

Los gritos de desesperación y el desconsuelo arropaban las instalaciones del Inacif en la zona universitaria cada vez que se abría la puerta para confirmar la muerte de alguien, cuyos parientes esperaban próximo a la puerta alguna información.

Pese al olor pestilente que se percibía en la instalación del Inacif las personas seguían aglomerándose para reclamar alguna información.

Para que pudieran encontrar a sus parientes rápido daban algún detalle, como es la forma que vestían, qué prendas llevaban, sus dentaduras, tatuajes o cicatriz, pues muchos cuando se derrumbó el techo del Jet Set, no tenían sus identificaciones con ellos.

Empresas como Jardín Memorial ayudaban a identificar a sus allegados; otros acudían a algún amigos dentro y otros simplemente esperaban angustiados, pues ya le habían dicho que estaba “ahí”. Otro buscaban a sus parientes allí, tras recorrer los hospitales, tal es caso de Virgilio Cruz Aponte, que no aparecía.