Sergio Ramírez posee una trayectoria en la participación política de Nicaragua. Ha sido un defensor de la democracia y los derechos humanos, además de ocupar cargos importantes, como el de vicepresidente en el año 1990. Sin embargo, entiende que sus labores como político fueron un deber que debió cumplir y no una vocación que debe pregonar y perseguir. En un desayuno en el Listín Diario, expresó que la política es un oficio noble; son los políticos los que se dejan consumir por la corrupción y el oportunismo. “En mi caso nunca fue mi vocación. Yo entré en una revolución porque era un momento de necesidad, un llamado a filas”, comentó Ramírez sobre sus pasadas funciones en el primer gobierno Sandinista. Para entonces, narró su involucramiento por un llamado nacional a los obreros, trabajadores, escritores y comerciantes de Nicaragua. Él era intelectual y decidió participar en el llamado. El Frente Sandinista conquistó el poder político, y tuvo que cumplir con un papel específico en el gobierno. “Perdimos el poder político y entonces, dije, se acabó para mí, yo vuelvo a mis libros porque aquí estoy prestado”, detalló. Al no tener ningún cargo en el “Frente Sandinista de Liberación Nacional” quería volver al mundo de la literatura, empero la política seguía sus pasos. Comentó que “Daniel Ortega como no asistía a la Asamblea Nacional entonces, se le ocurrió entregarme un curul y tuve que asumirlo; ahí me vi atrapado en otra situación, como líder de la fracción parlamentaria del Frente Sandinista” Según el Premio Cervantes de Literatura 2017, el debate duró 5 años, llegó la división del Frente Sandisnista y reformaron la Constitución donde le prohibieron a Daniel Ortega reelegirse y a su hermano ser jefe del Ejército. Esto provocó un choque que lo llevó a fundar otro partido, el “Movimiento Renovador Sandinista” sin estar en su programa. “Creamos un partido, fui a las elecciones como candidato presidencial, me derrotaron completamente porque se dio la polarización, no había tercera fuerza posible, entonces dije, entrego este partido y me voy a escribir”, contó. En esa ocasión su regreso al mundo literario era su única decisión. “Yo no soy un político, los políticos mientras más los derrotan, más deseos les dan de ganar. Escribir para mí es fundamental, soy un escritor que estuvo que un día prestado a la política”, reiteró. Cambiar el norte Ante la pregunta sobre la oportunidad de regresar a Nicaragua como actor político para cambiar su país o escribir un libro para que otros lo cambien, el escritor eligió escribir, sin dudarlo: “Escribir un libro prefiero. El oficio de la literatura no lo cambio por nada”. Entiende que hay una nueva generación que debe asumir el poder y luchar por la democracia y los derechos humanos de su país. El relevo está ahí, y está preparado, pero oculto, y algún día tendrá que tomar la rienda: “Tengo fe de que van a aparecer nuevos actores como sucedió en el 79”, pronosticó. Rutina de un escritor Debido a la represión del gobierno del presidente Daniel Ortega en Nicaragua, Ramírez, vive desde hace un año en el exilio tras ser acusado por «incitar al odio y la violencia». Estar en el exilio por segunda vez en ochenta años de vida y sesenta de carrera literaria hace que su rutina del día a día transcurra entre los mundos de la escritura y la lectura. El también ganador del Premio Alfaguara con su novela “Margarita está linda la mar”, dedica de cuatro a cinco horas diarias a la creación, después de terminar su desayuno. En la media noche decide leer hasta la una de la mañana. Próxima novela El literato aseguró que su próximo proyecto es una novela que piensa poner a circular en el 2024. “Terminé una novela que por el momento se llamará “Caballo de madera”. No si el nombre va a sobrevivir, pero es una obra muy distinta a las que he escrito antes, porque se aleja del terreno político contemporáneo de Nicaragua”, dijo Ramírez. El escritor observa una entrevista publicada en el extinto vespertino La Nación. La inteligencia artificial La inteligencia artificial está de moda. Muchos asumen que su llegada puede sustituir el trabajo profesional, como el de los periodistas y escritores. En cambio, otros ven este avance tecnológico como una herramienta útil para complementar sus labores. Aseguró que existe un tipo de literatura que la inteligencia artificial no puede hacer: “La literatura verdadera”. “La IA puede hacer literatura de consumo y tirar, libros de distracción, sin un argumento fijo. Claro, en literatura los argumentos se repiten mucho, las historias, generalmente, son las mismas. La diferencia está en la riqueza del lenguaje”, apuntó. La verdadera creación literaria es insustituible. Y siempre habrá un nivel de literatura que nace de la imaginación del ser humano. “No sé si conseguimos una máquina de inteligencia artificial que escriba como William Faulkner. Puede imitarlo, pero jamás podrá crear a ese nivel”, afirmó. “Yo, por lo menos, me consuelo al pensar lo contrario. El trabajo del escritor está a salvo”. De acuerdo con sus reflexiones, la crítica literaria es la otra cara del espejo, sin crítica la literatura no sería posible. “Hablamos de la crítica literaria de la obra verdadera, ¿para qué se necesita una crítica literaria de un libro generado por la inteligencia artificial?”, cuestionó el escritor. El libro impreso se consume En los últimos años, el mundo digital ha impuesto nuevos hábitos y formatos para que los internautas se sientan cómodos según lo que deseen hacer en la internet. Su crecimiento es notable; sin embargo, en la literatura, el libro físico continúa siendo el protagonista. Se resiste a desaparecer. Según sus puntos de vista, en España el 13 % de los libros que se leen son formato digital y 87% en impreso. En Estados Unidos el 17% electrónico, mientras 83% en papel. “De la pandemia para a acá el libro impreso se ha recuperado. Me parece que existe retroceso en el formato digital, claro, se venden mucho los audiolibros también, pero éstos no compiten con el libro en papel”, afirmó Ramírez. “Los únicos libros que han salido de los estantes son las enciclopedias, los diccionarios y las revistas científicas, que ya no se reimprimen. Donde sí ocurre un terremoto es en los medios de comunicación, en España, las tiradas son mínimas, porque todo es en formato digital”. El vinilo y la fotografía El progreso tecnológico ha transformado la forma en que vivimos y nos relacionamos con el mundo. Los avances alcanzados por la humanidad en el ámbito digital son asombrosos. En apenas unas décadas, se ha logrado condensar la vida dentro de una pantalla y acceder a información, comunicación y entretenimiento a la velocidad de la internet. La digitación ha sido la responsable de pensarse de que el libro físico desaparecería como el vinilo, que algunos periódicos impresos se encaminen completamente a la digitación como la fotografía. La vida es recurrente, por eso considera que todo lo que dejó de existir deberá volver por necesidad del ser humano. “Los vinilos están volviendo. ¿Cuántos vinilos desechamos porque ya no servían para nada? Y hoy la producción de vinilos es una industria nueva”, cuestionó Ramírez. En el 2022, lo analógico resurgió. La empresa Kodak, empezó a buscar personal tras la alta demanda de rollos fotográficos. Con la llegada de smartphones y el desarrollo de las cámaras digitales, se entendía que la fotografía impresa toco fondo, pero, la gente continúa imprimiendo sus fotos y creando álbumes físicos. Para los Millennials y la Generación Z resulta atractivo hacerse una foto desde su teléfono e imprimir la imagen con cámara instantánea. Pero dentro de veinte o treinta años se va a decir: “Quiero tener un periódico en papel, y tendremos que volver a él”. “Los cines van a volver. La gente va a querer congregarse en la sala oscura para no permanecer aburrida en casa viendo películas por TV junto a dos o tres personas solamente”, culminó.
- revistalaprensa55
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