Por: Fernando Hiciano
Trujillo había tenido un problema de falda con Rómulo Betancourt. El dictador tramó con sus esbirros en suelos extranjeros el atentado, cargando de dinamita el vehículo del expresidente venezolano. El impacto de la explosión arrancó un ojo de cuajo a Betancourt, produciendo una muerte súbita a uno de su seguridad.
Tiempo atrás, Jesús de Galindez había pernoctado en la República Dominicana. Este escribió un libro que lo hizo público en el extranjero hablando de las riquezas y barbaridades de la familia Trujillo. Para entonces, Galindez vivía en Los Estados Unidos, y el dictador, valiéndose de ciertas influencias, raptó al escritor, transportándolo al país en un vuelo privado piloteado por Murphy.
Luego de Trujillo torturar a Galindez ordena que sus secuaces le asesinen. Mientras tanto, la preocupación inmediata del jefe era el piloto. Con temor a que lo delatara le ofrece un buen empleo en su gobierno para que se quedara residiendo en el país, y así tener dominio de él. Pero un día, Murphy se emborrachó, desembuchando todas las sañas de Trujillo que dio con el asesinato de Galindes. Todo ello, comprometían al régimen, porque el tirano estaba claro que los americanos eran capaces de invadir cualquier nación soberana si ven que un solo ciudadano suyo está en peligro. Entonces, el dictador decide eliminar al piloto americano. Inventó, que Murphy le había hecho una propuesta indecorosa al teniente Octavio de la Maza (Tavito) y por tal razón este decidió matarlo. Hecho preso Tavito, se inventaron que este se había suicidado, colgándose en la celda donde estaba asignado. Sin embargo, cuando llevaron el cadáver a la viuda, el malogrado teniente tenía varios impactos de bala a quemarropa en la zona hepática de su cuerpo.
El dictador para enfriarse con Antonio de la Maza, hermano de Tavito le concede una obra en La línea Noroeste, oscilando los $75,000.00 pesos, pero el ansia de vengarse del mocano era tan grande que decide buscar la forma de cómo matar al jefe. Y así fue.
El presidente Eisenhower había motivado a la OEA de sancionar cuanto antes al país. Los diplomáticos se reunieron entre el 16 y el 20 de agosto de 1960, teniendo lugar en San José, Costa Rica, resolutándose en la VI Conferencia de Cancilleres, donde impusieron sanciones diplomáticas y económicas a la República Dominicana.
La nación americana estaba “dao al pecao” con el tirano, porque había ejecutado tres ciudadanos norteamericanos, entre ellos: Jesús de Galindes, español nacionalizado americano, el piloto Gerald Lester Murphy y otro ciudadano de esa nación.
Trujillo, que era una máquina asesinando y persiguiendo comunistas había volteado la carta, y en rebeldía con los americanos se hizo amigo de Fidel Castro, un acérrimo enemigo de Los Estados Unidos y aliado incondicional de Rusia. Ese fue la gota que derramó el agua en el vaso.
La CIA agilizaba los aprestos para eliminar a Trujillo, y se auxilió de varios disidentes del régimen totalitario que imperaba en la nación. Había contactado un grupo de enemigos del jefe que participarían del magnicidio. Los complotados eran 54 y estaban divididos en dos grupos, pero ningunos de los dos bandos conocían de su existencia. Sin embargo, ambos grupos estaban comandado por Antonio de la Masa.
Para ese entonces, el recién electo presidente norteamericano J F Kennedy, en una visita bilateral en el país de Francia llamó a la CIA para darle instrucciones precisas de que no mandaran las armas a la República Dominicana, y así detener cuanto antes la ejecución del dictador, pero ya las armas estaban en suelos dominicanos y Trujillo se fue a pique.
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