ANA USIETO/HERALDO
La escritora zaragozana escora de la novela negra al ‘thriller’ con ‘¿Quién es Olimpia Wimberly?’, una historia trepidante en la que viaja a Nueva York.
Luz Gabás: "En mis libros hay un puntito de culebrón porque en la vida también lo hay".
"Me apetecía escribir un thriller", cuenta María Frisa. "Un ‘thriller’", repite, remachando. El resultado de este claro objetivo que se marcó la escritora zaragozana es ‘¿Quién es Olimpia Wimberly?’, una historia en la que al misterio se le añade mucha acción y en la que Frisa lleva al lector hasta los Estados Unidos y a dos épocas diferentes. La presente, en el que un equipo al margen de la ley se ocupa de liberar a personas secuestradas, y los 70-80, en concreto al efervescente Nueva York de la discoteca Estudio 54. A caballo entre estos dos mundos, la protagonista se afanará en descubrir al autor de un terrible crimen y, de paso, lacerantes realidades sobre su identidad. Ha dicho que la novela negra tiene que tener denuncia social. No es el caso aquí.Porque quería hacer un ‘thriller’, algo trepidante y creo que este libro más no lo puede ser, con capítulos cortos y un ritmo de lectura muy alto. Me apetecía algo lúdico. De mis tres novelas negras, esta es la más divertida. Reconoce que se lo ha pasado bomba.Sí y creo que eso se refleja en la novela. Cuando te lo pasas bien escribiendo, el lector se lo pasa bien leyendo. Un amigo me dice siempre que me tomo la literatura demasiado en serio, que tenía que hacer algo en lo que me viera suelta. Esta novela la he escrito divirtiéndome y no me pasaba desde los ‘75 consejos...’ -la exitosa serie de libros infantiles y juveniles de la autora-. El ritmo de la novela hace que sea inevitable pensar en su adaptación al cine o a la tele. ¿Lo tiene presente cuando escribe?No, no. Eso yo ya no lo pienso. Ni me condiciona. Que eso suceda es hiperdifícil. ¿Le gustaría?Hombre, claro. Y vender un millón de libros y tener la talla 38. A usted le gustan las series. ¿Le influyen en su universo narrativo, en particular en este género?Más que influirme es que cuando veo series de puro entretenimiento pienso en cómo debería discurrir la trama y casi siempre acaban haciendo algo horroroso. Pienso: "¡Pero que me contraten a mí de guionista!". Y resulta que algunas de esas ideas que me surgen acaban en mis propios libros. En novelas como la suya son capitales los finales. ¿Se siente a veces rehén de esa sorpresa final? ¿Tiene miedo de que falle?Para empezar una novela tengo que tener muy claros el principio y el final. Y también estoy siempre convencida de que ese final va a funcionar. Si no sabes hacia dónde vas difícilmente podrás llevar al lector por donde tú quieres que vaya. En realidad, todas mis novelas consisten en llevar al lector por donde yo quiero que vaya. Logra embolicar bastante al lector. ¿Cuál es su método?En cada novela intento sistematizar la estructura de la trama con pizarras, ‘post-its’, pero al final soy incapaz. Lo tengo todo en la cabeza, no tengo ni notas. Y en esta novela ha sido increíble lo fluido que ha sido todo. Lleva el suficiente tiempo como escritora de literatura infantil y juvenil como para que algunos de sus lectores se hayan pasado a sus libros adultos. ¿Le ha pasado?No. Pero sí con los padres, que me conocen por los ‘consejos’ y han acabado leyendo mis novelas negras.
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