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  • revistalaprensa55

Las “Ánforas” de Francisco Ortega Polanco



Luis Beiro

Santo Domingo

Que un magistrado escriba versos es algo poco. Y más cuando ese magistrado tiene una obra publicada en varios géneros. Ahora presenta “Anforas” una selección de textos que traspasan el ámbito amatorio, familiar y sentimental. Franciso Ortega Polanco no es un poeta dedicado a la profesionalidad de la escritura como pudiera ser Manuel del Cabral, Manuel Rueda, Víctor Villegas o José Mármol. Ahora da a conocer una selección de textos de sus orígenes líricos. También ha escrito prosa. Su experiencia como autor es intuitiva, la de un periodista en ciernes y un jurista que debe sancionar a un corrupto. Sus versos procesan palabras como las siente, y apuestan a un código que muchas veces traspasa la inocencia o culpabilidad. Un profesional del Derecho no crea palabras, sino las escucha y discierne su naturaleza, verdadera o no. El periodista, por el contrario, busca siempre la caprichosa verdad. El magistrado Ortega Polanco conoce y practica ese riesgo más allá de sus propias intenciones. El Derecho no es poesía ni sentimieto de culpa: se asemenja a una ciencia regida por sus propias leyes. El periodista, por el contrario, lucha por la verdad sin importar los riesgos que debe correr. En el caso que nos ocupa, el magistrado Francisco Ortega Polanco no acude al verso como un profesional de la palabra, sino como espejo de la espiritualidad. Toca temas vivenciales, amatorios, sobre la mujer, la religión o lo cotidiano. Sabe que su profesión es una forma de llegar al alma humana a través de sus distintos estados de ànimo. Lo hace para sacar de su interior experiencias y sentimientos muy distintas a juzgar el castigo o la inocencia. “Ànforas” es un poemario de esencias. Se mueve entre el decir y el pensar con una necesaria dosis de humanidad. Tal vez esté desordenado. El cuerpo del poemario recrea un desorden que el autor debió corregir antes de sacarlo a la luz. Es cierto que la unidad formal consolida la construcción poética, pero no la unidad formal que todo poemario requiere para permitir la mirada del lector. Aquí hay textos de “ánforas” diversas. Se saludan, aunque piden una división interior que ayude a su mejor consumo es imposible pasar por alto las asonancias internas y la ruptura de la cadencia estrófica a través de una métrica ausente. De todas formas, es un libro para determinado tipo de lector. Descubre las creencias y saberes de un profesional del derecho que escribe por una necesidad interior. Propongo al autor ampliar sus horizontes de lectura. Esto ayudará a la reflexión escritural que deberá enfrentar en el futuro. Está ilustrado con obras inéditas del maestro Juan Carlos Reyes.

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