POR RAFAEL SANTOS
Las constantes renuncias que desde hace un tiempo se vienen produciendo en el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), es algo verdaderamente lastimoso, pero cíclico en nuestro sistema político.
Ayer le toco a otros, hoy le ha tocado al partido morado, pero mañana, quien sabe si la hoy entidad oficialista pasará por el escabroso camino de las migraciones y el transfuguismo.
Todo es cuestión de tiempo. Somos un país con una muy baja educación política. Aquí ni por asomo los partidos les dan cumplimiento a lo establecido en los artículos del 36 al 40 de la Ley 33-18, Sobre Movimiento, Agrupaciones y Partidos Políticos, y por lo tanto, carecemos en gran manera de ciertas dosis de racionalidad en ese sentido.
En estos momentos, el gobernante PRM y sus principales líderes deben de lidiar con la popularidad y el poder bajo su mando, es decir, estos deben de actuar con una muy alta dosis de inteligencia política emocional para retener lo que hoy tienen, para que cuando le toque pasar por el rudo camino que pasan los morados, estos sepan soportar con gallardía espartana y mirarse hacia adentro para saber en qué les han fallado a su militancia, y sobre todo, por qué llegaron al camino en el que se podrían encontrar.
A pesar de que una gran parte de la dirigencia del PLD han pretendido ocultar su realidad, sus opciones de poder no son las mismas que presentan sus antiguos compañeros del partido que lidera Leonel Fernández, pues, soy de los que se inscribe dentro de la tesis, que Abel Martínez, más bien, lo que hace es correr tras un segundo lugar para posesionarse por encima de un león, que volvemos a repetir, no está jugando tras la búsqueda de volver a dirigir las cuestiones del Estado.
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