Muchos serán los temas políticos que surgirán en este año preelectoral, pero uno de impacto será el transfuguismo. O sea, el cambio de partido de dirigentes políticos y funcionarios electos.
El transfuguismo aumenta: 1) cuando el sistema de partidos se ha debilitado, 2) cuando no hay diferencias ideológicas importantes entre los partidos y 3) cuando las motivaciones para participar en política son más oportunistas que idealistas. Estas tres condiciones se dan actualmente en la República Dominicana y facilita que los políticos actúen como agentes libres.
Durante las últimas dos décadas, el sistema de partidos dominicano ha estado en un proceso de desestructuración debido a las divisiones del PRSC en cada coyuntura electoral desde la muerte de Balaguer en el 2002, a la división del PRD en el 2013 y a la división del PLD en el 2019.
En un contexto de debilitamiento del sistema partidario, el partido en el poder (cual sea) lleva la ventaja para atraer tránsfugas, siempre y cuando no exista un fuerte deterioro gubernamental. Desde la campaña de 2020, cuando el PRM comenzó a mostrar músculo electoral ante un PLD debilitado, se inició el paso de dirigentes políticos hacia el PRM. Y ya en el poder, el PRM ha incorporado a sus filas funcionarios electos de otros partidos a nivel municipal.
El cálculo que favorece el transfuguismo es simple: los tránsfugas buscan la posibilidad de ser electos, reelectos o nombrados. Quien más brinda esa oportunidad es el partido en el poder, o el que mejor se perfile para ganar cuando hay oposición robusta.
Para el 2024, el objetivo central del PRM es lograr la reelección, preferiblemente en primera vuelta. Por tanto, buscará atraer dirigentes de otros partidos (independientemente de las alianzas partidarias que logre). Los tránsfugas, si son figuras políticas relevantes, debilitan el partido que abandonan; y, mientras más débil es un partido, más fácil es enfrentarlo electoralmente.
A su vez, los dirigentes políticos de oposición (de cualquier partido) que buscan beneficios rápidos, se verán tentados a dar el salto al PRM, incluso por iniciativa propia sin que el oficialismo necesariamente los sonsaque.
Por otro lado, hay una lucha planteada entre el PLD y la FP. Una simple alianza entre estos dos partidos es difícil porque Leonel Fernández quiere ser candidato presidencial, y las apetencias presidenciales se asentaron en el PLD, con un aspirante, Abel Martínez, ya seleccionado.
Más que alianza y cordialidad, lo que habrá entre el PLD y la FP es una lucha para ver quién se establece como segundo partido, no en términos de los resultados de las elecciones de 2020, que claramente es el PLD porque obtuvo más votos que la FP, sino en las preferencias electorales que vayan marcando las encuestas para el 2024.
En la medida que las diferencias en las preferencias se vayan deslindando, se agudizará el transfuguismo entre esos dos partidos que conformaban el peledeísmo, y uno prevalecerá sobre el otro.
Después de esa etapa de transfuguismos, vendrán entonces las alianzas partidarias para las elecciones.
El 2023 estará, como gusta a muchos dominicanos, lleno de eventos político-electorales.
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