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Auto control o represión




Gisell Rubiera Vargas, M.A.

La Prensa

Recientemente se ha hecho muy popular la canción Sessions #53, interpretada por BZRP y la artista colombiana, Shakira, misma que ha causado gran revuelo en el mundo por la peculiar forma que utilizó dicha artista para expresas lo que sentía referente a una situación que vivió con su expareja. La acción ha causado revuelo en todo el mundo, siendo objeto de análisis desde puntos de vista cultural y sociológico, por un acto al que muchos han tildado de “desahogo” mientras que otros han ido más allá y han colocado a la misma como una referente y símbolo de empoderamiento femenino.

Y es que más allá de las aparentes confesiones de situaciones vividas durante su vida con su ex pareja Gerald Pique, retumba en los oídos de quienes poseen un elevado nivel de conciencia social, una idea vital, una iniciativa que trasciende y que sin lugar a dudas ha despertado el debate , abrió muchos ojos y cambiara los paradigmas y estereotipos culturales de género, que atribuye determinadas emociones a los sexos, de la supuestas formas en las que tanto los hombres como las mujeres deben comportarse o “controlar” sus emociones, hasta mantenerlas a rallas, ya que culturalmente se considera que manifestar las emociones es malo y es sinónimo de debilidad y vulnerabilidad.

Esta canción, considerada como un fenómeno, ha venido a remover en suelo pantanoso, y ha puesto a más de uno a pensar en la validez y asertividad de una cultura que más que promover el autocontrol en la mujer, la reprime. Así como se suele decir a los niños que los “hombres no lloran” de la misma manera la cultura implanta y grita a los 4 vientos que la mujer es débil y que debe guardar la famosa “compostura”.

Esta cultura que vive en las entrañas y que históricamente a cosificado e invisibilizado la mujer, es la misma que la censura y crucifica por el hecho de exponer sobre sus sentimientos abiertamente, por exteriorizar cuando es acusada, cuando es usada, traicionada y aprovechada por su condición de género. Han pasado miles de años y estas voces eran calladas por una cultura patriarcal que restringe, limita, controla y tacha de inestable, insegura y falta de inteligencia emocional las mujeres que deciden hablar abiertamente sobre sus realidades, que se atreven y retan esos patrones que por tanto tiempo las han obligado a permanecer y guardar las apariencias porque de lo contrario, es tachada.

Este fenómeno sucedido con Sessions #53 nos viene a mostrar que el problema se encuentra en todos los estratos sociales: Baja, media y alta sociedad, educadas o no, una realidad que debe llamar nuestra atención y sacar las chismas de sororidad que llevamos dentro, para como mujeres, apoyarnos, entendernos y empatizar con el malestar de las demás féminas. Recordar que hemos sido educadas por una cultura patriarcal cuya inclinación siempre será la de beatificar las acciones de los hombres y responsabilizar y culpar la mujer aunque mil veces tenga razones.

Sessions #53 no se quedará ahí. Ya las mujeres estamos dispuestas hablar abiertamente sobre lo que sentimos y sobre lo que no estamos de acuerdo, sin temor a ser señalas por la cultura incoherente y arbitraria. Ya las mujeres hemos despertado y estamos aprendiendo que parte importante del auto control, viene dado por el reconocimiento de las emociones, sean de felicidad o tristeza, porque todas vienen aportarnos algo positivo, por lo cual lo más normal es sentirlas, son parte del ser humano.

¡Ahora es nuestro turno!

Las mujeres estamos claras que vinimos a esta tierra aportar, desde nuestras luces y nuestras sombras, nuestras vulnerabilidades y desde nuestras fortalezas, no ha convencer a nadie de lo que somos o no somos. Es el preciso momento para vivir sin competencia, sin papeles del famoso multitax, sin presión de llenar las expectativas de una sociedad con pautas y normas ambiguas y contrarias a nuestra naturaleza humana, que nos obliga abandonar la femineidad y adoptar actitudes masculinas para ser aceptadas y valoradas.

Llevamos siglos asumiendo que masculinidad es sinónimo de fortaleza, contención, resolución y valentía. Lo femenino, en cambio, ha estado asociado a esa fragilidad derivada de una emocionalidad a flor de piel. Algo que invalida y que revela inestabilidad. Los estereotipos de género han sido siempre motivadores tradicionales de discriminación, abonando a su vez el terreno para ciertas ideas que después pueden ser complicadas de rebatir.

Tu vulnerabilidad no es tu punto débil, al contrario, es tu gran fortaleza porque es lo que te hace especial y grande. Somos seres humanos y como tal, la humildad se reconocer que lo somos radica en reconocer que somos humanos en desarrollo y constante crecimiento.

Es nuestro turno.





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